miércoles, 9 de mayo de 2012

Lo del fútbol es secundario

Qué lejano parecía el 9 de Mayo. Y hoy, al despertarme, me lo he encontrado rondando por mi casa, ya estaba aquí. Y no ha venido sólo. Ha venido de la mano de aquel sentimiento de emoción y nerviosismo que me embargó la primera vez que puse mis pies en La Catedral. Nunca olvidaré aquéllas mariposas en el estómago que empezaron a revolotear con todas sus fuerzas en el momento en el que me asomé por primera vez a aquel vomitorio y vi a 44.000 personas cantando un himno que sabía de memoria desde años atrás. Agitando banderas y portando bufandas iguales a las que yo llevaba atada al cuello en esos momentos. Mi boca tardó en cerrarse una eternidad y un nudo tan grande como el que presiento que tendré hoy me cerró el paso de cualquier elemento desde la boca hasta el estómago. Hoy la mayoría de los vizcainos tenemos el corazón en Bucarest. Por fin se aparcan las diferencias, los colores y las razas. Hoy todo el mundo es rojiblanco y canta un único himno. Hemos pasado temporadas de capa caída, apoyando a nuestro gran equipo para evitar bajar de categoría, aguantando críticas y partidos patéticos. Pero este año, por fin, los leones nos permiten volver a soñar. Y los niños ya no quieren ser Messi o Cristiano, quieren ser Llorente. Lo peor de todo, es que tengo el presentimiento y el convencimiento de que vamos a ganar. Y si no es así, el batacazo va a ser importante. Pero nadie nos quitará el recuerdo de esta gran temporada, ni los momentos en que hemos podido rozar el cielo con los dedos. Lo del fútbol, es secundario