martes, 12 de enero de 2010

A mis pequeñas Wendys

Una de las mejores cosas de tener sobrinos pequeños es la de poder volver a disfrutar de las películas de Disney de manera encubierta.Hoy ha sido el turno de Peter Pan.

Siempre me ha dado envidia Peter Pan. No sólo vivía en un lugar donde no se crecía, sino que encima sabía volar. Y yo me sentía igual que Wendy, Juan y Miguel. Le miraba incrédula, sin comprender cómo podía volar de manera innata, olvidándose de cómo lo hacía. En realidad no tiene mayor misterio: cuando llevas tanto tiempo haciendo algo, lo acabas haciendo mecánicamente, y ni siquiera lo consideras tan importante, olvidas que hay gente que te admira por eso que haces. Y llegas al punto en el que ni siquiera valoras cómo has llegado a hacer algo tan extraordinario.

Dentro de diez días mis pequeñas Wendys tienen que abandonar el cuarto de los niños. Parece mentira. Todavía recuerdo los primeros días de facultad en los que esa fecha resultaba tan inalcanzable.

No pretendáis ser Peter Pan. Para poder volar de Londres a la segunda estrella a la derecha de un tirón, primero hay que dar vueltas en tu habitación, por si te caes, poder aterrizar en algo blandito.

Vosotras tenéis que poner algo de vuestra parte. No sólo pensar en algo encantador, algo bello muy hermoso. Para conseguir un objetivo, hay que creer en él. Yo desde aquí os mando todo el polvo de hadas que os merecéis






Un beso muy fuerte a todas y mucho ánimo en los últimos coletazos del MIR

viernes, 1 de enero de 2010

La minusvalorada sencillez de la despensa

¡¡Qué mítica frase!!: "Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Y qué sabia a la vez. Es lo que me ha venido a la cabeza al querer proceder a mi habitual atracón de año nuevo, ese que sucede sobre las ocho de la tarde, una vez superadas las horas críticas del malestar general.

Como bien saben los que me conocen, eso de no comer entre horas no va conmigo. Siempre me gusta asaltar la despensa a media tarde y robarle algo. Generalmente por simple aburrimiento. Entonces la abro, reviso lo que hay y pienso qué me podría divertir más: "Mmmmm galletas? Uff no, porque con galletas tengo que tomarme obligatoriamente un nesquik, y ahora no me vy a poner a prepararlo, qué pereza, que tengo gula, no hambre" "Mmmmm cacahuetes?? Uff no, que hay que pelarlos, demasiado trabajo" "MMMmmm un sandwich!! sisis, eso sii. Bueno no, que tengo que agacharme a por el pan de molde y encima tengo que pensar de qué me lo pongo"...." Anda mira, patatas!! Genial, solo tengo que abrir la bolsa. Sí, patatas, qué remedio. Con esta mierda de despensa qué voy a comer"

Pero...¿qué pasa si el asalto se va a producir por hambre de verdad y un 1 de Enero?? Ley de Murphy. Abres la despensa y sólo hay turrón de Jijona, de Almendras y de mierdas varias, mazapanes, polvorones, bolas de coco que a saber de dónde salen, porque no les gustan a nadie pero ahí aparecen año tras año. Si quieres embutido no hay un simple paquete de chorizo de pamplona, no. Hay lomos enteros, y a ver quién se pone a cortar eso. Y a ver cómo explico después el sacrilegio de haber usado ese lomo para un bocadillo. Bueno, pues vy a mirar la nevera....sobras! Y encima la mayoría o vienen del mar (cosa que no me gusta demasiado) o como te las comas se te cae el pelo ( y a ver quien merienda un trozo de solomillo)

Así que hoy, sólo hoy y por ser 1 de Enero, sueño con un nesquik con galletas, un sandwich de cualquier cosa o unos cacahuetes......mientras me como un trozo de pan de ayer


¡Qué poco valoramos la sencillez de la despensa!