Una de las mejores cosas de tener sobrinos pequeños es la de poder volver a disfrutar de las películas de Disney de manera encubierta.Hoy ha sido el turno de Peter Pan.
Siempre me ha dado envidia Peter Pan. No sólo vivía en un lugar donde no se crecía, sino que encima sabía volar. Y yo me sentía igual que Wendy, Juan y Miguel. Le miraba incrédula, sin comprender cómo podía volar de manera innata, olvidándose de cómo lo hacía. En realidad no tiene mayor misterio: cuando llevas tanto tiempo haciendo algo, lo acabas haciendo mecánicamente, y ni siquiera lo consideras tan importante, olvidas que hay gente que te admira por eso que haces. Y llegas al punto en el que ni siquiera valoras cómo has llegado a hacer algo tan extraordinario.
Dentro de diez días mis pequeñas Wendys tienen que abandonar el cuarto de los niños. Parece mentira. Todavía recuerdo los primeros días de facultad en los que esa fecha resultaba tan inalcanzable.
No pretendáis ser Peter Pan. Para poder volar de Londres a la segunda estrella a la derecha de un tirón, primero hay que dar vueltas en tu habitación, por si te caes, poder aterrizar en algo blandito.
Vosotras tenéis que poner algo de vuestra parte. No sólo pensar en algo encantador, algo bello muy hermoso. Para conseguir un objetivo, hay que creer en él. Yo desde aquí os mando todo el polvo de hadas que os merecéis
Un beso muy fuerte a todas y mucho ánimo en los últimos coletazos del MIR
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